Sonidos, colores, vibraciones anímicas

 

Fotografía ©Costa Manos. Massachusetts 2000

“El amarillo contempla directamente (en cualquier forma geométrica) inquieta al espectador, le molesta y le excita y descubre el matiz de violencia expresado en el color, que actúa descarada e insistentemente sobre su sensibilidad. Esta característica del amarillo, que tiende siempre a los tonos más claros, puede acentuarse hasta un grado de fuerza y estridencia insoportables para el ojo y el alma. Asi potenciado, el amarillo suena como una trompeta tocada con toda la fuerza o un tono de clarín”

 

Fotografía © Swapnil Jedhe

“El azul es el color típicamente celeste que desarrolla profundamente el elemento de quietud. Al sumergirse en el negro toma un matiz de tristeza inhumana, se hunde en la gravedad, que no tiene ni puede tener fin. Al pasar a la claridad, poco adecuada para él, el azul se hace indiferente como el cielo alto y claro. Cuanto más claro tanto más insonoro, hasta convertirse en quietud silenciosa, blanca. Representado musicalmente, el azul claro a una flauta, el oscuro a un violín y el más oscruro a los maravillosos tonos del contrabajo; el sonido del azul en una forma más profunda y solemne se puede comparar al del órgano”.

 

Fotografía © Raghubir Singh. Benares, 1985

El blanco es el símbolo de un mundo, donde han desaparecido todos los colores como cualidades y sustancias materiales. Ese mundo está por encima de nosotros que no nos alcanza ninguno de los sonidos. Y ello no es una zona muerta sino, por el contrario, está lleno de posibilidades. El blanco suena como un silencio que de pronto se puede comprender”.

 

Fotografía © Nikos Economopoulos. Ghana, 2016

“El rojo, que juega un importante papel en el naranja, le conserva un matiz grave. Se parece a una persona convencida de sus fuerzas y, por eso, despierta una sensación de salud. Su sonido es como el de una campana de iglesia llamando al ángelus, o como un barítono potente, o una viola, interpretando un largo».

 

Fotografía © Tod Hiddo. Washington, 2017

“Los tonos de los colores, al igual que los de la música, son de naturaleza más matizada, despiertan vibraciones anímicas mucho más finas que las que podemos expresar con las palabras. Cada tono encontrará con el tiempo su expresión en la palabra material, pero siempre quedará un residuo, no expresado en ella, que no constituye un rasgo accesorio del tono sino precisamente su esencia. Por eso las palabras son y serán siempre meros indicadores, etiquetas externas de los colores. En la imposibilidad de sustituir la esencia del color por la palabra o por otro medio radica la posibilidad del arte monumental”.

Nota

Textos extraídos del capítulo VI. El lenguaje de las formas y los colores. Vasili Kandinsky. De lo espiritual en el arte. Paidós, abril 2012.

Acerca de marcelocaballero

Marcelo Caballero. Fotógrafo, poeta
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