© Edward Hopper. Drug Store 1927
Siempre me han gustado esos momentos en los que parece no ocurrir nada determinante. Siempre me queda la sensación de que ya pasó esa persona que nos imaginamos (ya fuera del encuadre) o quizás entre en cualquier momento. Lo visible versus lo no visible y la impredecible sensación de “ya no está aquí” produce cierta tensión en la aparente calma de la imagen.
© Edward Hopper. Entrando en la ciudad. 1945
Son como espacios en blanco, de silencios que desdramatizan lo que percibo dentro del encuadre y todo se suspende en un anticlímax que aumenta a medida que lo observo y que roza lo atemporal.
Fotografía © Lee Friedlander
Esta rara poética visual aprendí a entenderla hace unos años a través de Edward Hooper , artista cuya obra plástica se ha relacionado en numerosas ocasiones con diferentes mecanismos cinematográficos como los pillows shots de Ozu o los momentos muertos de Jarmusch o de Aki Kaurismäki. También en Wenders a través de la inteligente y obsesiva mirada de Robby Muller.
Fotograma de Paris Texas de Wim Wenders. 1984
Fotograma del film Good Morning de Yasujiro Ozu. 1959
La sensación que nos producen algunas de sus escenas son muy similares a todo aquello que sentimos al contemplar las obras de Hopper. Algo parecido a la nostalgia que nos invade debido a su ritmo pausado, reflexivo y que no llegamos a comprender a ciencia cierta. Pero que nos deja como un déjà vu de tiempos pasados nunca vividos o de lugares en los que nunca hemos estado antes.
Fotograma de Noche en la Tierra de Jim Jarmusch. 1991
Esa melancolía existencial se traduce también en espacios públicos fantasmales, abandonados recientemente (o no) y que llevan a cabo la «no acción» propia de un tiempo suspendido, abocado a la duda de la tensión generada fuera del encuadre.
Fotograma de El Havre de Aki Kaurismaki. 2011
Acerca de marcelocaballero
Marcelo Caballero. Fotógrafo, poeta
me encanta las palabras en este artículo, siento la misma sensación ante estos paisajes urbanos…si, lo siento, gracias por compartirlo