Al igual que el contraste conceptual que guarda relación con los extremos en términos de ideas, el contraste cromático ( el rojo con el azul, por ejemplo), le otorga a la imagen, como bien sabemos, un plus de potencia visual.
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En color, el uso de contrastes cromáticos es la primera regla a tener en cuenta en la composición porque es la zona donde voluntariamente el fotógrafo quiere que el espectador dirija su mirada. Sin embargo, su uso no es por definición lo más importante de la fotografía pero ayuda a entender una situación, a reconducir una emoción o sencillamente, como hemos visto, a plantear una intencionada potencia visual cromática.
En algunos casos el contraste se utiliza para dar profundidad de campo a través de la yuxtaposición de colores cálidos y colores fríos.
En otros, el contraste tonal guarda una relación consecuente con el minimalismo cromático de algún elemento visual y eso es un anzuelo muy poderoso.
A veces, ese minimalismo tonal toma mayor protagonismo a través de un buen uso de un fondo cromático. “El fondo no forma la parte importante de la escena pero condiciona la imagen, sobre todo en color…y cualquier trozo de color puro cobra un protagonismo exagerado” señala Cristobal Hara
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Y como siempre pasa, un buen uso del contraste (que irresistiblemente puede atraer la mirada), no es sinónimo de éxito asegurado. “Para mí, una buena fotografía – señala Harry Gruyaert – no solo debe tener una muy buena composición sino también decir mucho acerca del lugar concreto en que ha sido fotografiado”.