Siempre creí y creo aún que la fotografía de calle está íntimamente ligada a la poesía. Y esta afirmación trasciende el mero hecho de ambas disciplinas de describir o documentar de alguna manera lo que ocurre en los espacios públicos. El ligazón, para mí, tiene que ver con la emoción que los emparenta, una disyuntiva aparentemente trivial pero profundamente visceral que te conmueve y te hace sentir vivo, vital, en libertad creativa. Es allí donde se encuentran estas dos disciplinas que no pretenden contar una historia, sino una sensación de esa historia jamás contada.
El otro día volví a leer Poeta en Nueva York, un poemario escrito por Federico García Lorca entre 1929 y 1930 y la conexión vital de su poesía me llevó a las fotografías de calle del proyecto fotográfico de Nina Berman realizadas casi 70 años después sobre un lugar icónico de Nueva York: Times Square.
“La aurora de Nueva York gime
por las inmensas escaleras
buscando entre las aristas
nardos de angustia dibujada.
La aurora llega y nadie la recibe en su boca
porque allí no hay mañana ni esperanza posible.
A veces las monedas en enjambres furiosos
taladran y devoran abandonados niños “ (extraído del poema Aurora)
“No duerme nadie por el cielo. Nadie, nadie.
No duerme nadie.
Pero si alguien cierra los ojos,
¡azotadlo, hijos míos, azotadlo!
Haya un panorama de ojos abiertos
y amargas llagas encendidas.
No duerme nadie por el mundo. Nadie, nadie.
Ya lo he dicho.
No duerme nadie.
Pero si alguien tiene por la noche exceso de musgo en las sienes,
abrid los escotillones para que vea bajo la luna
las copas falsas, el veneno y la calavera de los teatros” (extraído del poema Ciudad sin sueño)
“Cuando el chino lloraba en el tejado
sin encontrar el desnudo de su mujer
y el director del banco observando el manómetro
que mide el cruel silencio de la moneda,
el mascarón llegaba al Wall Street” (extraído del poema Danza de la muerte)