Que te regalen un libro, ya es un noble propósito. Pero que te guste, el regalo es un festejo por partida doble.
Eso es lo que me ocurrió cuando en Navidad recibo como obsequio, el Premio Planeta 2010: Riña de Gatos. Madrid 1936 de Eduardo Mendoza. Y la vedad es que no tiene despedicios.
Apenas tuve en mis manos este libro, me lo devoré en dos días y eso me ocurre muy pocas veces en mi vida.
Esa trepidante sensación de no querer dejar de leer hasta que acabe la última página me pasó sólo con la intensa y tropical relación de amor en blanco y negro en Cacao de Jorge Amado; o con la surrealista historia de un náufrago en una isla en La invención de Morel de Adolfo Bioy Casares o con el amor no correspondido y psicológico de El Túnel de Ernesto Sabato.
Pero esta nueva producción literaria del escritor catalán tiene un montón de ingredientes que te enganchan y no te dejan hasta que terminan sus más de 400 páginas.
La historia de un viajero extranjero (especialista en pintura española) que llega a la convulsionada España de 1936 te invita a zambullirte en los avatares de esta parte de la historia española que aún hoy es un tema que necesita debate y es difícil de entender por su complejidad.
“La atmósfera no es placentera. A causa del frío, el bullicio de la noche madrileña ha sido sustituido por el lúgubre ulular del implacable viento de la sierra que arremolina las hojas secas y los papelotes esparcidos por el suelo negro, brillante de escarcha. Las fachadas de los edificios están cubiertas de carteles de propaganda electoral, rotos y sucios, y de pasquines de todas las tendencias que invariablemente llaman a la huelga, a la insurrección y al enfrentamiento” (pag 17)
La novela de Mendoza comienza como la música de una orquesta que poco a poco va calentando los motores de los instrumentos hasta que todos entran en un climax maravilloso de escritura. Los diálogos que se entablan son muy intensos donde hace hablar a gente de la más variada clase social e ideológica de la época utilizando giros idiomáticos muy propios de ese momento en Madrid.
Además, las descripciones de las atmósferas de los bares, restaurantes o calles madrileñas son deliciosas y muy visuales y el escritor le da respiro al lector dividiendo el escrito en pequeños capítulos que lo hacen ameno y práctico.
Don Juan de Austria – Velázquez |
Mendoza aparte de contar los pormenores propios de una novela de intriga y de suspenso en una Madrid abarrotada de espías, anarquistas y falangistas a punto de entrar en combate; propone un descriptivo apartado a las pinturas del Siglo de Oro español pero especialmente habla de Diego Velázquez.
Este es el contrapunto temático más interesante del juego de la novela. Y te lleva, sin que el lector se lo proponga, por descripciones y detalles de algunos de los cuadros más importantes del famoso pintor y los compara con otros de los también famosos Tiziano o El Greco .
Para los que quieran conocer o reconocerse en la historia española y también profundizar en algunos aspectos de la pintura clásica, les recomiendo encarecidamente que lo lean porque el juego es muy divertido y el tema es apasionante. Hasta pronto!!
El mismo regalo y la misma ilusión por nochebuena.
que bueno, Agustín!!! ojalá que lo disfrutes!!
Me gusta mucho Mendoza. Con tu crítica, me animaré a leer este también. Un abrazo
es un gran libro, Paco..ya lo verás!! y gracias por pasarte por aquí!!