Udaipur, desde el Lake Palace – India |
En India, la gente siempre te pregunta sin miramientos tanto en la calle, en un tren o en un bus como te llamas, adonde vives, cuantos hijos tienes.
Pero en mi largo viaje por ese inmenso país, todo ello me agobia tanto que, en ciertas ocasiones, respondo con tono bromista: “Me llamo Bond….James Bond” parafraseando la famosa muletilla del mítico espía británico.
Y por esos vericuetos de una travesía, un día llego a Udaipur, la ciudad india del 007.
¿Cómo se explica ello? Bueno…vayamos por parte… empecemos por un principio…
Udaipur posee una rara mezcla de tranquilidad, misticismo, turismo estereotipado, hoteles de ensueño y por sobre todas las cosas, accesible para un viajero gasolero como yo que te sorprende.
Por estos motivos, en Udaipur el problema es elegir.
Recorro los palacios hoteleros de la orilla del Lago Pichola sin saber con cuál quedarme. Son todos hermosos y con precios excesivamente bajos. No lo puedo creer!
Decenas de jóvenes guías te llevan a conocer cada uno de estas mansiones hoteleras a cambio de unas rupias, y de eso viven, claro. Vagan por las calles ofreciéndote tours, fiestas y hasta drogas en un ambiente de ensueños diferente de las anárquicas arterias de Jaipur o de Jodhpur, las grandes ciudades de Rajastán.
Por primera vez en mucho tiempo puedo bañarme con agua caliente y descansar en camas con almohadones. Y tengo silencio; que sólo es interrumpido por las campanas de cristal de la entrada a mi pequeño pero voluptuoso hotel a orillas del lago.
Durante la tarde, tomo una lancha que me lleva al hotel – isla ubicado en medio del lago: el Lake Palace que alguna vez fue habitado por príncipes, sultanes y maharajás.
Es uno de los hoteles más fastuosos del mundo y las vibraciones que siento al recorrerlo me transportan a las escenas románticas de la película Octopussy filmadas allí en 1983 y protagonizadas por Roger Moore, el Bond de entonces.
Hoy, esos espejismos épicos corretean por las habitaciones pero necesito unos 1.500 dólares para alojarme una noche allí.
Desde esas habitaciones observo la ciudad. Palacios devenidos en hotel, templos y jardines que parecen extraídos de un cuento de hadas. La leyenda dice que a mediados del siglo XVI, el Maharajá Udai Singh se encontró con un sacerdote meditando a orillas del lago. El religioso lo bendijo y le aconsejó la construcción de un palacio en aquel sitio rodeado de valles fértiles. Esa mansión es el lujoso Fateh Prakash donde perdura un museo de cristales con vajillas antiguas traídas de Europa a fines del siglo XIX.
Todo es tranquilo y ensoñador. A eso de las ocho de la noche subo con desgano siete pisos de escaleras. Van a pasar el film de Bond en video. Y estoy ansioso. “Hace años que es parte del show” me dice el dueño. Pero me quedo con las ganas de verlo: “hoy no la pasamos porque la gente que va a consumir no es suficiente”.
Me quedo tres días allí. Y todavía es difícil olvidar los atardeceres vistos desde aquellos balcones con pilares esculpidos por artesanos del Renacimiento.
Lago Pichola – Udaipur – India |
Hasta pronto!
Hombre, Marcelo, llegar a Udaipur para ver una peli del peor Bond -si, a Roger Moore le faltaba un par de hervores, ¿no?- casi parece una broma! Ahora en serio, estupendos los relatos de tus andanzas por tierras hindúes. Y mira que es difícil, porque de La India se ha escrito y se ha fotografiado tanto..Un abrazo!
Si, el turismo está tan estereotipado, que aún siguen viviendo de la leyenda de esta peli que pasó sin pena y sin gloria.
Y celebro que te hayan gustado mis espejismos de Rajastán!! Es un placer, Rafa!!