Paro y movilización obrera durante mi visita a Jaipur – India |
Como les contaba en el post anterior, volví como pude al hotel bastante desorientado y sin saber a ciencia cierta que hacer.
Como aún era temprano, me fui a comer unos chapatis y un poco de arroz al curry al restaurant del pequeño hotel y por esos azares de la vida me encontré con un español que también se alojaba allí y le conté lo que me había sucedido.
El madrileño, sin mostrar gestos de sorpresa, me sugirió que lea algo que me estaba marcando con su dedo en una página de su guía Lonely Planet de India: “observa este recuadro, hombre!”.
El destacado estaba encabezado por la palabra Warning! (cuidado!) y para mi total sorpresa, cada palabra leída parecía ser una nueva estocada a mi seguridad. La guía recomendaba que tuviera cuidado con las mafias de las joyas en Jaipur. Era una estafa para turistas y había que decirle que no a cualquier invitación de desconocidos.
Después de la cena, le agradecí de corazón todo lo que me dijo. Y me dirigí a mi habitación más desorientado y deprimido que antes. Saber lo que me podía suceder era peor que la inocente actitud que tenía antes.
No tenía tiempo y debía decidir rápido: si llamar a la embajada y denunciar el hecho (tenía el tel. del cónsul de mi país) o seguir adelante con todo ello que obviamente a esa altura ya me sabía muy mal.
Y aunque ustedes no lo crean, opté por la última variante, la más peligrosa. Supongo que el periodista que llevaba adentro me invitó a curiosear. Lo que no sabía era hasta cuando podía seguir con esa farsa.
A la mañana siguiente, Gazy me llevó nuevamente a la joyería. Allí Sing me dijo que había que cambiar de hotel. “Para confundir a la competencia” señaló serio. Debo reconocer que me atendieron como un rey, me pagaron toda la comida del día y el hotel era un lujo: el Sajan Niwas costaba 50 dólares la noche, demasiado para mi bolsillo de viajero.
Pero durante la cena, llegó el mensaje definitivo. El mismo indio del perfecto inglés de la fiesta del otro día, se apareció durante los postres: «haz el depósito y viajarás a Barcelona al día siguiente». Yo me excusé, comentándole que no tenía ese dinero conmigo y que estaba esperando un giro desde mi país.
Así estuve una semana alargando la «fiesta». Deseaba conocer un poco los mecanismos de esta mafia y de paso, ahorrar dinero. Era una total imprudencia, pero tenía un largo viaje aún hacia el sur del subcontinente indio.
En pocas palabras, el “modus operandi” de esta mafia era el siguiente: el turista desprevenido paga el seguro, te dan un pasaje de ida, te hacen creer que se despachan las joyas en tu avión (la mafia está también en los aeropuertos) y cuando llegas, nadie te espera, las joyas nunca salieron de India y tú pierdes el dinero.
Tumba siglo XVIII – Jaipur |
Durante esos eternos días, conocí varias joyerías, abogados, expertos y hasta políticos que desfilaban ante mis ojos con la mejor sonrisa.
Cualquier treta era buena para comprar la confianza de un turista. Y yo, sabiendo sus oscuras pretensiones, observé una mafia muy bien organizada y grande; se movían con total naturalidad, con dinero y gozaban de una extrema impunidad.
Me vigilaban día y noche. No podía ir sólo a ningún lugar. Gazy estaba todo el día conmigo.
Este padre de 8 hijos era simpático y me hice muy amigo de él. Supongo que las presiones económicas de una familia numerosa lo llevaron a este hombre a delinquir en esta India actual de tantos y pronunciados contrastes. Recuerdo que me llevó a visitar cada uno de los magníficos palacios mongoles y sitios de importancia de la ciudad rosa.
Una mañana cuando Gazy fue a un locutorio, aproveché y me dirigí corriendo a la estación de trenes que estaba cerca. Saqué un ticket a Gandhinagar, la capital de Gujarat para esa misma madrugada. A esa hora todos dormían y pude escapar, tuve suerte. (¡aún pienso como hice para que nadie se diera cuenta!).
Jaipur había dejado de ser para mi, un buen sitio para hacer turismo. Por un buen tiempo.
Hasta pronto!!!
Uff, coraje no te faltó, no. Imagino que tu curiosidad pudo más que la sensatez, pero hay que llevar mucho cuidado con estas cosas. Salu2
Es verdad, Javier. No es un buen consejo la última variante. Pero tiene más adrenalina para decir algo positivo. Un abrazo y gracias por tu comentario
La adrenalina muy bien, pero peligrosa, buena historia, cuídate.
Gracias por pasarte por aqui, Agustín!!
Humm, bonita historia. Menos mal que te saliste con la tuya. "Curiosity killed the cat", advierten los anglosajones. Pero sin meter las narices donde no nos llaman no hay buen periodismo, ¿verdad?. Un abrazo.
¡Qué valentia! Es cierto que en momentos diofíciles sacamos fuerza y coraje de donde haga falta, pero no sé si tanto como para exponerse de esa manera detrás de "la curiosidad periodística"! Me alegro que salieras tan bien de la aventura y que ahora la puedas compartit con todos nosotros.
Si, Rafa hay que arriesgar siempre un poco y darte cuenta cuando te tienes que ir si no es demasiado tarde, claro. Otro abrazo para ti!!
La curiosidad periodística siempre te lleva a ciertos lugares donde existe un poco de incertidumbre. En ese momento tienes que tomar una decisión y luego no arrepentirte..son las reglas del juego, creo. Un abrazo, Cris
Gracias por compartir tu experiencia ,ve con cuidado un abrazo.
Gracias por pasarte por aqui