El 3 era el número cabalístico preferido por Julio Cortázar. Tres son las cualidades del signo según el lógico Charles Sanders Peirce. Tres Tristes Tigres fue el título de la novela que consagró en 1967 al escritor cubano Guillermo Cabrera Infante. También 3 son las cosas que me sorprendieron estos días que por cuestiones no tan casuales ( creo más en la causalidad) se unieron para que yo escribiera esta pequeña reflexión que conlleva también, una continuidad con lo escrito en el anterior post del blog.
Ustedes se preguntarán, ¿cuáles son los tres elementos que me hicieron pensar en la fotografía y el imaginario colectivo?. Primero, la noticia que Cuba pone en marcha el mayor exilio de presos a España de la historia; segundo, el libro Korda Conocido / Desconocido que por un préstamo bibliotecario lo tengo en casa; y, tercero, el reportaje al periodista Enrique Meneses por Hora 25 en Cadena Ser , el martes pasado a la noche.
A los tres los une un país: Cuba. Pero no voy a desgranar cada uno de estos elementos que por si solos cobran distintos significados. Quiero, a partir de esta tríada, reflexionar un poco sobre su incidencia en la fotografía del Che Guevara de Korda que se institucionalizó en el imaginario de la gente desde hace más de dos generaciones.
Alberto Korda |
En el anterior post hablé sobre los caminos que llevan a una imagen a consolidarse en la visual colectiva. Y también dije que existen varios factores pero en su conjunto no son una fórmula concreta de éxito de este fenómeno.
En Conocido / Desconocido los editores citan que Korda siempre dijo que la fotografía del «Guerrillero Heroico» (la famosa foto del Che Guevara de 1960) fue un “instante de suerte”. Y si se hace un recorrido visual por toda la obra (como lo recrea este voluminoso y recomendable ejemplar), el fotógrafo cubano captó muy pocas imágenes del Che. Sólo le tomó algunos rollos de película (pág. 53).
En cambio, Korda concentró su mirada casi siempre en la figura de Fidel Castro como ideal revolucionario. Fue a él quien más retrató y acompañó casi en todo momento desde la revolución (1959) hasta 1968 como bien explica y muestra el libro editado hace dos años por La Fábrica en España.
Pero entonces, ¿por qué la imagen del Che trascendió tanto y Korda vivió siempre atado al reconocimiento de sólo esa fotografía?. Me atrevo a decir que esa inexplicable transcendencia posterior la señaló en parte Enrique Meneses el martes pasado.
Según Meneses, la imagen tuvo éxito mundial porque el Che semejaba a “ un Jesús del siglo XX”.
Este comentario no proviene de cualquier periodista. Fue el único corresponsal español testigo privilegiado de las conversaciones de los guerrilleros cubanos antes de la revolución. Meneses también señaló que en esa época el Che era uno más del grupo y desde su óptica no era ni mucho menos un personaje de importancia. Y agregó que la figura del guerrillero argentino no tenía el valor histórico y revolucionario que tomó más tarde con el tiempo luego de morir en la selva boliviana en 1967.
Y la historia siguió su curso. Después de muerto (siempre se hacen negocios con la fatalidad, no?) la imagen de Korda comenzó a tener reconocimiento mundial a partir de la impresión de miles de posters con su imagen en Italia realizado por Giangiacomo Feltrinelli.
Y tiene coherencia lo que dijo Meneses al asociar la imagen de Jesús con la del Che. “El guerrillero heroico” se convirtió en la fotografía más reproducida en la Historia del Arte occidental tras la Gioconda de Leonardo da Vinci (citado por el libro: pág 57).
Sin embargo, el significado actual de la fotografía del Che tiene otra coherencia: está vaciado de ideales originales, globalizada y de consumo como se aprecia en la imagen de abajo.
Y la noticia de los presos exiliados a España termina de sepultar el mito que deseaba transformar el mundo a partir de esa imagen. Lo que pasa desde hace unos años en Cuba está lejos de ello y Korda puede domir tranquilo en la eternidad.