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Inclinación
como una canción inconclusa,
sufrida
en la ubicuidad visual.
Una caída que busca la gravedad de una manera distendida
ampulosa, a veces
sin demasiadas pretensiones, en otras.
.
Sin dudas, rompe nuestra observación aburguesada:
las líneas y los objetos inclinados
(también los colores)
cabalgan a través de los rincones
y allí,
intentan emanciparse.
Gesticulan dudas al imaginario fotográfico
que suele aceptarlo con el tiempo
entre los desniveles de la inclinación misma
latente, potente, patente
en una tensión de presente continuo
en los confines del rectángulo.