Apuntes de bordes

Trazar un borde, un marco, no equivale siempre a encerrar o focalizar una cosa para visualizarla…el marco es el lugar de un rito de paso entre condiciones heterogéneas de visualidad – y es en este mismo lugar del rito de paso donde acontece ese lugar, esta chóra para la que buscamos una fábula-. Aquí, la nitidez del corte y de los ángulos sirve, para <desenfocar> el espacio, para indeterminado (ilimitar) un lugar sin embargo restringido.

(c) Marcelo Caballero. Del proyecto Cuatro Movimientos. Contrapunto

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Resulta evidente que en Trough the looking-glass ( A través del espejo) de Lewis Carroll es la operación del trough, efecto de agujero y travesía, la que concedía a Alicia la condición esencial de la experiencia: arrojarse, caer en el lugar. Ahora bien, la travesía de Alicia se realizaba, acordémonos, en el mismo momento en que el plano liso y metálico del espejo abandonaba su tranquilizadora precisión, dispensadora de las duplicadas cosas visibles, para, de repente, cambiar a lo borroso y <disaolverse como una niebla de azogue>. De manera constante… nos invitan a no entrar en el bazar surrealista, sino a mantenernos en el pasaje mismo del espacio visible en el lugar visual.

(c) Marcelo Caballero. Del proyecto Cuatro Movimientos. Contrapunto

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Y si… trabaja con tanto rigor y tenacidad sobre la condición más <natural> de nuestra visión, a saber, la luz, es porque ahora la percepción – considerada fenomenológicamente – no cesa de jugar sobre los bordes del campo visual y los pasajes para dejarnos allí siempre en extraños estados de turbación.

«Es un error afirmar que los bordes del campo visual proporcionan siempre una referencia objetiva» subraya Merleau – Ponty. «El borde del campo visual no es una línea recta» sino es más bien un momento, una inquieta experiencia de la visión.

(c) Marcelo Caballero. Del proyecto Cuatro Movimientos. Fuga

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El horizonte sería, en el desierto, el operador mismo de la apertura donde marco e ilimitación van a la par, originando juntos ese < fantasma de cosa apenas cualificado> que llamamos lejanía. El horizonte es una línea, una parada en lo visible del desierto. Pero al mismo tiempo una especie de borde vivo y fantasmal, capaz de nublar nuestra mirada y, de repente, <levantarse> para venir a <tocarnos>. En el horizonte se sitúan, también, los espejismos, e incluso sin ellos sigue siendo el lugar por excelencia donde desierto y deseo riman visualmente.

El horizonte llega a ser así una zona sintomática del tiempo celeste, una zona de tiempo, algo que Husserl evocaba con la misma palabra para designar un saber originario – un saber – horizonte – donde se fundamenta, según él, toda producción, toda obra geométrica.

(c) Marcelo Caballero. Del proyecto Cuatro Movimientos. Armonía

Nota

Texto extraído de El Hombre que andaba en el color de Georges Didi – Huberman. Capítulo: Caer en la fábula del lugar

Acerca de marcelocaballero

Marcelo Caballero. Fotógrafo, poeta
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