«No tengo nada que decir en una fotografía»

 

Fotografía © Garry Winogrand. Nueva York, 1969

En los tiempos que Garry Winogrand realizaba sus trabajos más prolíficos y creativos (década del ’60 y ‘70 del siglo pasado), el contexto fotográfico era muy desfavorable a su manera de entender la fotografía.

Mientras que, en general, el fotoperiodismo buscaba ser descriptivo, esclavo de la realidad y que todo sea un documento;  Winogrand sólo deseaba sugerir, en el sentido visual más amplio,  como si fuera un poeta anhelante de transmitir sólo gotas expresivas de emociones de su entorno urbano preferido (Nueva York, especialmente) que lo inspiraba.

Y todo ello le resultaba doblemente satisfactorio porque sabía (y deseaba) dejar “imágenes inconclusas” para que la completara algún espectador activo. Y a su vez, con todo ello no quería decirle al espectador lo que tenía que pensar o decir, sino que re elaborara el mensaje con sus propias experiencias.

Fotografía © Garry Winogrand. Nueva York, 1962

A Winogrand lo acusaban de mentiroso (algunos sectores puristas de la fotografía americana) porque no quería decir la verdad, sino lo que él llamaba el “problema fotográfico”; es decir, que la fotografía fuera una imagen propia más allá de ser esclava de la realidad.

Según Sandra S. Phillips –  en su nota  en el catálogo de exposición que publicó la Fundación Mapfre en el 2015 -, a Winogrand le parecía fascinante la relación que se establecía entre el mundo real y la fotografía. Muchas veces hacía imágenes sólo para ver cómo la cámara revelaba esa escena que acababa de captar, diferente a lo que estaba en su mente.

Lo que el ojo ve es diferente de lo que la cámara registra – señala Lisette ModelMientras que el ojo ve en tres dimensiones, las imágenes se proyectan en una superficie en dos dimensiones, lo cual constituye un gran problema y el resultado es que sus imágenes muestran un desorden y una imperfección aparentes, siendo ese precisamente su atractivo y su estilo”.

 

Fotografía © Garry Winogrand. Nueva York, 1968

Cuando Winogrand observa, quiere entender la sociedad en la que está. Pero no quiere contarla, sólo investigarla. Y por eso, quizás, más que un documento, lo que quiere es hacerse preguntas. Según Phillips, el fotógrafo se acoge a la instantánea, con la estética de lo cotidiano que refleja el caos inminente para entender su cultura. No tiene un interés sociológico o ilustrativo, sino de investigación.

“ El término instantánea, como tantos otros utilizados para hacer distinciones o encasillar a los fotógrafos y a las fotografías, es responsable de muchos malentendidos sobre la fotografía – comentaba Garry Winogrand a sus alumnos en sus clases de fotografía  – ni “instantánea”, “documental”,  “paisajista”. Son descripciones de estéticas fotográficas diferenciadas. Sólo existe la fotografía, con sus estética propia y única”.

Fotografía © Garry Winogrand. Nueva York, 1971

Sus fotografías no tienen habilidades narrativas, no cuentan historias. No era un medio de reforma social: “mis fotografías no tienen mensajes, Yo no tengo nada que decir en ninguna fotografía. Si existe eso de la verdad, es mentira”.

Al fin y al cabo, estamos hablando de uno de los padres de la fotografía de calle contemporánea… estamos describiendo a alguien que se preguntó toda la vida: ¿qué es un documento?

hasta pronto!

Acerca de marcelocaballero

Marcelo Caballero. Fotógrafo, poeta
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