Siempre me ha fascinado como se retroalimentan la pintura y la fotografía a lo largo del tiempo. En muchas cosas coincidieron y en otras, se distanciaron pero siempre fue una relación agitada, provechosa y útil para ambas disciplinas.
Hace poco comencé a explorar otra relación, no tan famosa como la anterior, pero que observo con buenos ojos. Me refiero a la escultura y la fotografía. Y me viene a la cabeza, la fascinante relación de respeto mutuo profesional que se profesaban el famoso fotógrafo Henri Cartier Bresson y el también reconocido escultor Alberto Giacometti.
Los unía una gran amistad y la mutua admiración por las geometrías, los espacios, los volúmenes. “Compartieron un enfoque similar a su arte: se parecían tanto a la forma en que percibían el mundo como a su inagotable curiosidad por los seres humanos” subraya la Fundación HCB, en un comunicado de prensa con respecto a una exposición que se realizó de ambos, a principios del 2005.
Otra relación digna de remarcar de este dueto entre la escultura y la fotografía es la de Harry Gruyaert y el escultor americano Richard Nonas. “Él fotografía significados ambiguos apuñalados en profunda ausencia. Fotografia mundos de escala vibrante, escalas con doble referencia que empujan y tiran en direcciones opuestas. Las fotografías casi se leen y los mundos casi irreales se superponen” señala Nonas en el prólogo de la reciente reedición de Rivages (Edges) del fotógrafo belga.
“Fotografía los límites vibrantes entre lo que encuentra y lo que tiene, entre lo que sabe y lo que siente; los límites inestables entre lo que descubre y lo que él mismo hace; Los límites borrosos, quiero decir, entre lo que lo sostiene y lo que lo mueve. Él también fotografía los límites que se ciernen más allá de nuestra vista, las sombras de una realidad real demasiado borrosa, demasiado confusa, demasiado matizada para que cualquier lenguaje la sostenga. – Él lo captura todo. Él lo sostiene. – Como el arte poderoso. Como una belleza desgarradora. Como el misterio abrumador del silencio no gramatical”.
Es importante remarcar que Nonas, a lo largo de medio siglo, ha creado una obra cuyo vocabulario escaso y reducido contrasta con su poder de alterar fundamentalmente nuestro sentido del espacio, el tiempo, el paisaje y la arquitectura. Sus totémicas esculturas, hechas de materiales terrestres e industriales que tienen un carácter atemporal (traviesas de ferrocarril de madera, bordillos de granito, enormes rocas y gruesas placas de acero), han reimaginado el espacio y el terreno en todo el mundo. El escultor ha desarrollado un vocabulario de formas geométricas seriadas. que controlan y alteran sus ambientes, mientras que conservan una escala íntima y humana.
Algo de todo ello podrán ver en el siguiente video de uno de sus últimos proyectos titulado “Where none”, instalado en forma permanente en la reserva de Rhinebeck en Nueva York.
Hasta pronto!