Desde que el ser humano comenzó a poblar este mundo, trató de buscar medios para comunicarse y así dejar alguna huella simbólica de su paso. Y las paredes (fuesen naturales o construidas) sirvieron con creces para saciar esos objetivos.
Las Cuevas de Altamira parecen ser un buen comienzo cronológico y de reflexión sobre esta necesidad comunicativa. Y, a partir de allí, las ideas más extravagantes o heterogéneas se plasmaron en distintas paredes de cualquier cultura; murales representativos de una generación, de un pueblo, de un grupo, barrio o guetto buscaron con intencionalidad darle otras dimensiones a las paredes para crear metáforas visuales adecuadas y eficientes.
De esa manera, las paredes hablaron de ideales, sueños, fracasos o sencillamente dejaron una sugerente idea o mensaje como lo fueron en su momento, los míticos anónimos de la Segunda Guerra Mundial de Kilroy was here (Kilroy está aquí) o, Londres, bajo la lupa de Bansky.
Las paredes se convierten así, en el arte alternativo de retórica visual por excelencia; en otras palabras, en una instancia clave de mensajes políticos alternativos y públicos.
Este alarde multidimensional de algunas paredes que encontramos en las ciudades de hoy en día, no son tan distintos a los que se hicieron en el pasado. Sólo cambian las técnicas y las estrategias. Pero el discurso sigue siendo el mismo: sugerir un mensaje que cualquiera lo puede observar.
Barcelona siempre me ha gustado por sus murales y por su vertiente más conceptual y minimalista: los grafitis tanto en sus versiones estáticas o en las que se mueven como en las paredes de un tren.
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L’Exaimple – Barcelona |
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Grafiti en un tren de cercanías – Barcelona |
Hay toda una escuela e historia detrás como lo describe Rosa Puig Torres en su excelente reportaje fotográfico Barcelona 1000 Grafitis. También existen un montón de webs que hablan desde hace mucho tiempo sobre este fenómeno grafitero, festivales o concursos de una Barcelona considerada inspiración para muchos escritores y artistas de todo el mundo. Pero esta ciudad da para todo. Uno puede admirar el mural institucionalizado y clásico realizado con cerámica o mosaicos como, por ejemplo, los de Antoni Gaudí, Joan Miró o Josep Maria Sert, por citar algunos.
Pero también, el viajero puede encontrarse, de una manera casual, con murales alternativos y por ende más inestable y que en cualquier momento pueden desaparecer. Ese es el que más me gusta e interesa . Por eso cuando me encuentro con estas manifestaciones callejeras que están a medio camino del grafiti y el muralismo político y que expresa el arte alternativo de un grupo es una gran satisfacción. Las multiplicidades de voces que hablan a través de las paredes de Barcelona son un soplo de aire puro a la sensatez a pesar de algunos urbanistas oficiales.
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Sant – Barcelona |
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Graçia – Barcelona |
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Sant – Barcelona |
Acerca de marcelocaballero
Marcelo Caballero. Fotógrafo, poeta
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Muy buenas las imágenes! la primera es mi preferida!! Pablo P.
Gracias Pablo por pasarte por aquí!!
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Crstina: tu apellido no es spam?
muy buena esta nota.saludos desde bahia blanca
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un saludo muy grande para ti tambien…