Aprovechando la salida de la edición inglesa del libro
retrospectivo de Harry Gruyaert más la expo individual que se está realizando
en Londres sobre su obra, me gustaría realizar algunos comentarios sobre la actualidad de la estética
del color y su vigencia en la fotografía urbana.
retrospectivo de Harry Gruyaert más la expo individual que se está realizando
en Londres sobre su obra, me gustaría realizar algunos comentarios sobre la actualidad de la estética
del color y su vigencia en la fotografía urbana.
Bélgica 1992 © Harry Gruyaert |
El mismo Gruyaert en una entrevista realizada en julio
pasado por la British Journal of Photography contaba que en sus imágenes “no
hay historia. Es sólo una cuestión de formas y luz”.
pasado por la British Journal of Photography contaba que en sus imágenes “no
hay historia. Es sólo una cuestión de formas y luz”.
“Mis imágenes son pura intuición, No hay concepto. Me fascina el milagro donde las cosas se unen
de una manera y tienen sentido para mi. Así que en todo ello, hay muy poco
pensamiento”.
de una manera y tienen sentido para mi. Así que en todo ello, hay muy poco
pensamiento”.
Bélgica 1988 © Harry Gruyaert |
Mucha gente ligada a la fotografía a color ya me ha
comentado que el gusto “fotográfico” por las composiciones donde predomina una
estética compositiva de claros oscuros, colores saturados y en donde el fotógrafo se
pregunta: “cómo muestro una imagen y
cómo la organizo” está llegando a su fin. Y “no está ya de moda”. De hecho, varias escuelas de fotografía que construyen los denominados “tanques
de pensamiento visual” y crean tendencias; no quieren saber nada ya con este
tipo de fotografía que se impulsó en la década del ’80 y que ha marcado a
varias generaciones de fotógrafos coloristas europeos, principalmente. Ya que
en Estados Unidos, la tendencia mayoritaria fue la New American Color (Eggleston,
Meyerowitz, Shore y otros) que era más descriptiva y no sólo estética.
comentado que el gusto “fotográfico” por las composiciones donde predomina una
estética compositiva de claros oscuros, colores saturados y en donde el fotógrafo se
pregunta: “cómo muestro una imagen y
cómo la organizo” está llegando a su fin. Y “no está ya de moda”. De hecho, varias escuelas de fotografía que construyen los denominados “tanques
de pensamiento visual” y crean tendencias; no quieren saber nada ya con este
tipo de fotografía que se impulsó en la década del ’80 y que ha marcado a
varias generaciones de fotógrafos coloristas europeos, principalmente. Ya que
en Estados Unidos, la tendencia mayoritaria fue la New American Color (Eggleston,
Meyerowitz, Shore y otros) que era más descriptiva y no sólo estética.
Egipto 1998 © Harry Gruyaert |
Egipto 2011 © Harry Gruyaert |
En otro apartado de esa nota, Gruyaert cuenta que cuando
ingresó en Magnum, le mostró las fotografías a Raymond Depardon quien le dijo
que “es fascinante porque muestra la banalidad: el color de las mesas, el plástico
de Paris. Es un aspecto que no se ve en blanco y negro. Las personas no se
sienten atraídos por esa cosa, siempre quieren
una anécdota”.
ingresó en Magnum, le mostró las fotografías a Raymond Depardon quien le dijo
que “es fascinante porque muestra la banalidad: el color de las mesas, el plástico
de Paris. Es un aspecto que no se ve en blanco y negro. Las personas no se
sienten atraídos por esa cosa, siempre quieren
una anécdota”.
Paris 1985 © Harry Gruyaert |
Este tipo de imágenes donde el fotógrafo enfatiza por igual, la organización de los elementos en la composición junto con la gente es una
actitud diferente a la tradición
humanista de fotógrafos como Depardon o Cartier Bresson.
actitud diferente a la tradición
humanista de fotógrafos como Depardon o Cartier Bresson.
Bruselas 1981 © Harry Gruyaert |
Como pasaba con Garry Winogrand, me da la sensación
que la obra de Gruyaert o de otros magníficos exponentes de la escuela
colorista como Boris Savelev están destinados a exhibirse sólo en galerías de
arte o museos. Y esto también remite a si este tipo fotografía con predominancia
estética es arte o documento.
que la obra de Gruyaert o de otros magníficos exponentes de la escuela
colorista como Boris Savelev están destinados a exhibirse sólo en galerías de
arte o museos. Y esto también remite a si este tipo fotografía con predominancia
estética es arte o documento.
© Boris Savelev |
© Boris Savelev |
Hasta pronto!
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Marcelo, siempre nos planteas reflexiones muy sabias, gracias. También yo creo que está terminando el ciclo de fotografía de claroscuros, colores saturados y composición pura y dura, que pecaba de una enorme influencia del diseño gráfico. Yo ahora estoy yendo al color, pero no es fácil crearse un estilo propio. Gruyaert es un caso aparte, él está por encima del bien y del mal, es demasiado bueno.
como bien dices, Luisa, "no es fácil crearse un estilo propio". Pero si el color, para ti o para mi, es la forma más óptima para expresarse visualmente, hay que seguir intentándolo para hacer buenos proyectos a pesar que los "grandes fotografos" dejan cierta impronta en nuestra forma de fotografíar. Y lo digo en el buen sentido de la palabra. No para imitar.
A propósito de las imitaciones, es algo que me tuvo muy preocupada hasta que hace poco leí en una entrevista lo que decía el gran Jim Jarmush: “Nada es original. Roba de cualquier sitio que te llene de inspiración o alimente tu imaginación. Devora películas viejas, películas nuevas, música, libros, pinturas, fotografías, poemas, sueños, conversaciones intrascendentes, arquitectura, puentes, señales de tránsito, árboles, nubes, ríos, luces y sombras. Selecciona para robar solamente aquellas cosas que le hablen directamente a tu alma. Si lo haces, tu trabajo (y tu robo) será auténtico. La autenticidad es invaluable; la originalidad no existe. Y no te preocupes en ocultar tu robo – celébralo si hace falta. En cualquier caso recuerda siempre lo que dijo Jean-Luc Godard: “De lo que se trata no es de dónde tomas las cosas, sino de a dónde las llevas”.
Me gusta lo que Godard. Justamente eso es lo que me interesa: adonde llevamos las cosas. Interesante. Gracias, Luisa!
El paso por las galerías es interesante y necesario, pero yo veo todos estos trabajos destinados a los libros. Un buen libro de fotografía es una obra de arte, un placer, y puedes volver siempre que quieras a las fotos. Aunque tampoco creo que ayuden demasiado a pagar la renta de sus creadores. Lo que está claro es que sin encargos comerciales, todos los fotógrafos artísticos actuales (callejeros en especial) lo tienen que pasar mal para vivir de su estética (excepto cuatro -o dos- artistas contados).
Si, José. Yo también opino lo mismo con respecto a que muchos trabajos tienen más peso específico en el libro. El tema es si, a mediano plazo, puede convertirse en una obra artística, atemporal, siempre vigente o sólo un documento de época. En el caso de este libro de Gruyaert va camino a convertirse en algo artístico.