Hace tiempo que no me engaño. Cada vez que salgo a deambular con mi cámara por la ciudad sólo veo líneas y colores. Pero lo que más me llama la atención es que en los últimos tiempos no sólo veo líneas verticales y horizontales, también observo líneas en diagonal que fluyen por todos lados. Y fluyen de una manera absolutamente anárquica. Y luego, en casa me tranquilizo y pienso que todo ello me ayuda a potenciar el dinamismo de la calle y logro salir de la trampa de la simetría.
Fotografía © Marcelo Caballero. Figueres, 2019
De esa manera, toma sentido la inestabilidad del horizonte inclinado, formando ángulos que atraviesan el encuadre de arriba y abajo, de izquierda a derecha o viceversa y en diagonales. De esa manera, no sólo los rincones cobran su importancia, todo el espacio del encuadre tiene sentido. Y en ese cruce de líneas inclinadas, el color realza un espacio único que ayuda a fijar la atención y el observador agradecido se detiene un poco, entre tanto movimiento.
©Theo Van Doesburg. Contracomposición,(1927)
Esta abstracción, un tanto espiritual, “casi religiosa” que he naturalizado en mi mente, tiene un culpable con nombre y apellido: Theo van Doesburg quien me muestra ese principio conceptual llamado: contracomposición que, entre otras cosas, influyó en la Bauhaus y posteriormente a la Escuela de Chicago.
Hace tiempo que no me engaño, la ciudad es únicamente composición.
Hasta pronto!
Acerca de marcelocaballero
Marcelo Caballero. Fotógrafo, poeta
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