«El color es el lugar donde el universo y la mente se encuentran”
El dueño de esa frase era nada más y nada menos que Paul Klee.
El pintor alemán (nacido en Suiza), era todo un romántico, un místico en el uso del color en el buen sentido de la palabra. Como docente en la Bauhaus entre 1921 y 1931, introducía a sus alumnos en el uso del color luego de que asimilaran las complejidades de las líneas y los planos.
De esa manera los introducía de lleno en el estudio de la rueda de colores de Johann Wolfang von Goethe (1809), que, en resumidas cuentas, oponía al rojo con el verde, el naranja con el azul, y el amarillo con el violeta.
Klee, de alguna manera, la personalizó, creando una esfera con más variedad de colores y con blanco en la parte superior y negro en la base. De esa manera, el pintor exigía a sus desconcertados alumnos a crear sus propios diagramas de colores; que llevados por un instinto emocional, se dieran cuenta solos del “peso visual” de un color determinado (entendido a través de su tono, saturación y valor).
Por poner un ejemplo, desde mi punto de vista, el rojo es “más pesado” que el azul como se puede apreciar en la siguiente imagen de un maestro de la fotografía a color contemporánea: Franco Fontana.
El romanticismo del pintor seguía aflorando al buscar conexiones entre la música y el color. En otras palabras, el pintor encontraba inspiración en la combinaciones de colores con notas musicales; convencido de encontrar armonías análogas, ritmos armónicos. Este juego de corches y semicorcheas visuales, le permitía a Klee extraer el impulso poético del alumno hasta el punto de dotarlo de una gran sensibilidad sobre los colores elegidos en la composición de sus pinturas.
Y este legado fue continuado por Lászlo Moholy – Nagy quien fundó la New Bauhaus en Estados Unidos a mediados del siglo pasado e introdujo, EL COLOR como asignatura independiente y obligatoria en el plan de estudios fotográficos.
Al igual que pasa con Salvador Dali, la obra de Klee siempre gusta a la gente joven de cada generación posterior a la suya, que la encuentra vital, imaginativa y renovadora. El pintor estaba convencido que los niños captaban mejor el valor del color porque no estaban aún “contaminados”. Y muchos de sus cuadros parecen a simple vista, simples pero, debido al intencionado uso espacial de diferentes colores, escondían ciertas estrategias e impactos emocionales.