“Muchos pintores italianos habían buscado este secreto en vano, fracasando en sus intentos pues ignoraban el verdadero método” Karel Van Mander
La Vocación de San Mateo Caravaggio 1601
El otro día, mientras observaba con detenimiento La Vocación de San Mateo pintada por Caravaggio en 1601, no dejó, en ningún momento, de conmoverme la luz tan maravillosa y angustiante que fluía por toda la escena.
Sin embargo, lo que más me conmovió fueron los gestos “casuales” de las manos que le imprimen a la pintura una sensación de instantaneidad, de fugacidad congelada en un instante cotidiano.
Luego intenté investigar sobre este asunto del instante y Caravaggio entre la voluminosa información en libros e Internet y estaba claro (después de leer a los especialistas) que el pintor italiano rompió los moldes de la pintura tradicional más cercana a alegorías cristianas modélicas y atemporales. Me da la sensación que Caravaggio impulsó su pintura a la calle, con gente de la calle o en ambientes publicos; y con gestos y sensaciones más propias de los efectos que ha sabido transmitir la fotografía desde sus inicios que de la pintura de su tiempo. En otras palabras, Caravaggio utilizó la pintura como si se tratara de un Jacob Riis del Barroco, en busca de esos rincones marginales de la ciudad, de esos espacios tan invisibles para los pocos que quieren ver. Y el gran maestro italiano quería mirar…
Fotografía © Jacob Riis. Principios de los ’90
Y allí estaba el pintor italiano rompiendo los moldes de la tradición pictórica, volviéndola más realista a través de un simple gesto de las manos (qué importantes son cuando uno busca la singular fugacidad en las calles de cualquier ciudad). Su visión prefotográfica aún está vigente más allá de la inmensa maestría para captar la luz mediterránea con su pincel y su alma.
Fotografía © Navia. Barcelona. Playa en la noche de San Juan. De su proyecto Miguel de Cervantes o el deseo de vivir.
Hasta pronto!
Acerca de marcelocaballero
Marcelo Caballero. Fotógrafo, poeta