“Lo que nos interesa es la interacción del color, esto es, observar lo que sucede entre los colores” Josef Albers
Hace un tiempo descubrí el Esquema de color del ciclo creativo de los cinco elementos proveniente de la filosofía china tradicional. Y pronto comencé a imaginar qué contraste tonal equilibrado tendría una ciudad inventada con este esquema. Por ejemplo. Si predominan los edificios de ladrillo rojo, el pavimento verde es mejor porque la madera (verde) alimenta el fuego (rojo). A la inversa, si una fábrica es negra, una calle blanca o de color tostado es mejor porque el metal (blanco) crea el agua (negro). Y así podríamos imaginarnos múltiples variantes de equilibrados y armónicos contrastes tonales y podríamos generar otra “ciudad inventada” que sería del beneplácito de Italo Calvino.
Al fin y al cabo: ¡viva la imaginación y la libertad! con esta propuesta visual que conlleva salir a la calle e intentar recrear con creatividad y desafío: el encuentro fortuito con contrastes tonales armónicos. Y allí comienza una gran aventura estética que pronto se puede convertir en algo simbólico; por ejemplo, en el proceso narrativo visual de un proyecto. Algo de todo ello me pasó con la edición de Ocre. El proyecto fue armado estéticamente a través de contrastes en función de los múltiples tonos del ocre en la ciudad de Marrakech. Y el hilo narrativo está allí.