Hace 60 años, Robert Delpire con prólogo del poeta Alain Bosquet publicaba en Francia uno de los libros más influyentes de la fotografía documental contemporánea: Los Americanos de Robert Frank.
Sin embargo, el recibimiento que se le dispensó en Estados Unidos cuando se publicó en 1959, fue despectivo y Frank fue puesto “en la lista negra”.
El fotógrafo suizo hizo fotografías por todos los rincones del país. En sus imágenes había pobreza, degradación y dignidad, soledad y alegría, juventud y vejez, blancos y negros. “Las revistas de fotografía de la época publicaron críticas que hablaban de <una objetividad tergiversada>, clamaban que estaba <desfigurada por la amargura, el despecho y la estrechez de prejuicios>, la llamaron <un triste poema de la gente enferma>” comenta Luc Sante en el ensayo Una nación en imágenes (Fotografía Americana 1890 – 1965. Museum of Modern Art)
Quizás este posicionamiento despectivo o negativo a la obra de Frank se deba a que las imágenes eran casi todas las cosas innombrables que aparecían en la maleza de detrás de los carteles de la vida americana. “El libro no era un ataque, pero se negaba a ser confortante. En cierto modo, en la hora de su mayor poderío, la nación americana necesitaba desesperadamente ser tranquilizada” continúa Sante.
“Robert Frank, suizo, discreto, amable, con esa pequeña cámara, que levanta y dispara con una mano, se tragó un triste poema desde la misma América y lo pasó a fotografía, haciéndose un sitio entre los grandes poetas trágicos del mundo” comenta en el prólogo de la edición americana, el emblemático escritor beatnik Jack Kerouac.
“Tienes ojos” señaló Kerouac en ese mítico prólogo. Y ese mismo año, se embarcaron junto a sus amigos beatniks a realizar un extraño film Pull My Daisy que está considerada una de las más espontáneas películas jamás realizadas en el cine americano.
Que sigue la huella de directores fotógrafos como Paul Strand y su filme Manhatta (1960) o Helen Levitt con In the Street (1952).