Luego de dejar atrás Olacapato (ver capítulo anterior), el camino se hizo un poco dificil debido a algunas cuestas y a la arena que aumentaba a medida que avanzábamos; lo que dificultaba aún más el pedaleo.
Con mucho esfuerzo, a media mañana, arribamos a una bifurcación de la ruta 51 y decidimos adentrarnos en esta vía alternativa ya que eran menos kilómetros hacia el control fronterizo y además – lo más importante – pasaríamos por la pequeña población de Catua, para aprovisionarnos de agua y comer algo decente.
Sin embargo, en las proximidades de esta localidad, sufrí un percance que marcaría un antes y un después en mi viaje.
Resulta que, durante una pequeña bajada, dejé de pedalear para descansar un poco pero, en esta ocasión, la rueda trasera no giró, la cadena se salió toscamente de los piñones y la bici y yo fuimos a parar de bruces al suelo ante la mirada sorprendida de mis compañeros.
Por suerte fue sólo un golpe. No estaba lastimado. Me levanté como pude y decidí caminar el kilómetro que faltaba para llegar al pueblo. Allí almorzarmos y más relajados, nos pusimos a examinar la bici. Luego de un rato, comprobamos el peor de los diagnósticos: estaba con el piñón fijo.
¿Qué consecuencias podría traer esto? Bueno… que no podía dejar de pedalear tanto de subida como de bajada mientras la rueda trasera girara ya que la misma, la cadena y pedales debían ir siempre juntos.
Si bien pude pedalear esos 16 km. hasta la gendarmería (3880 msnm), allí debía replantear mi situación: los riesgos eran muchísimos si decidía seguir. “Es una locura” – me dijo uno de los gendarmes al ver el estado de mi bicicleta- “dentro de 24 horas pasará un camión que te podrá llevar a San Antonio de los Cobres para que te la arreglen”.
Gendarmería Argentina – Paso Sico – Argentina |
Pier durante el paseo por los alrededores de Paso Sico – Argentina |
Sin embargo, me tomé un tiempo para pensarlo. Además sabía que me esperaban dos abras de casi 5000 metros y 110 km. para arribar a Socaire, el primer pueblo del lado chileno. En el medio casi nada, sólo montañas y desierto. Entretanto los gendarmes se portaron muy bien con nosotros y nos permitieron dormir en una habitación que, además, tenía duchas. Pero Pier y Guy estaban muy preocupados y no querían que me arriesgara.
Alrededores de Paso Sico – Argentina |
Finalmente mientras paséabamos un rato por los alrededores, me paré en seco y les dije: «¿A qué hora salimos mañana?«. Había decidido seguir a pesar de todo. Además contaba con el teléfono satelital de Pier que ante cualquier problema podía pedir auxilio.
De esa manera a las cinco de la mañana siguiente salimos en dirección oeste y a los 12 kilómetros nos encontramos con un indicador gigantesco que anunciaba la entrada a Chile.
A partir de allí comenzó otra dura ascención. Otros 12 kilómetros de subida hasta alcanzar los 4492 metros (Abra Sico). Luego otra bendita bajada y nuevamente subimos hasta alcanzar el Puesto de Carabineros de Chile.
Allí nos quedamos a almorzar y los militares aprovecharon para desinfectar nuestras bicicletas.
Para ingresar a Chile está prohibido entrar con productos de origen animal o vegetal aunque los controles aduaneros recién se hacen en San Pedro de Atacama.
Hasta ese momento mi bici aguantó muy bien y para ello no dejé de pedalear en ningún momento, ¡no podía dejar de hacerlo!.
Unas horas más tarde comenzamos la segunda etapa de ascensión hasta alcanzar el abra El laco (4580 msnm) y muy cerca de allí el campamento minero El Laco.
Y otra vez bajada. Pero en esta ocasión nos topamos con fuertes vientos huracanados provenientes del Pacífico que hicieron casi imposible el avance. No había otra alternativa que caminar. Se acercaba la noche y no teníamos un refugio natural para guarecernos. No lo había. De esa manera y, a duras penas, llegamos a las inmediaciones de la laguna Tuyaito (4084). Pero el viento azotaba aún con más fuerza y no había más tiempo. Armamos como pudimos nuestra tienda en su orilla blanca de sal y nos pusimos a dormir casi sin comer. No se podía hacer otra cosa: el temporal arreciaba y las temperaturas bajaron abruptamente. Fue una noche para no olvidarse.
Rumbo al Abra de El Laco
Mañana temprano en la laguna Tuyaito |
A pesar que teníamos hambre, a la mañana siguiente nos levantamos con mucho ilusión. Había cesado el viento y sabíamos que estábamos cerca. Sólo nos faltó atravesar otro abra, algunas lagunas de flamencos y un salar ( Aguas Calientes) y una bajada de 33 kilómetros para llegar a Socaire.
Cansado pero feliz cerca de Socaire – Chile |
Socaire es el primer pueblo donde pudimos disfrutar de otra comida caliente y confortables camas. A partir de allí, comenzó el pavimento y una suave pendiente de 75 km. nos transportó felices hasta San Pedro de Atacama. De esa manera llegamos al fin de nuestra gran travesía: el cruce de los Andes.
San Pedro de Atacama |
Menudas aventuras!! Felicidades por el blog!
Muchas gracias!!
Vaya experiencia Marcelo!
Es una pena que tu bici tuviera ese percance. Aun así, fuiste fuerte y pudiste superarlo.
Sin duda, es un viaje que nunca olvidarás! Por el esfuerzo, fieles amistades, paisajes, gente del pueblo, etc.
Debe ser increíble, un viaje enriquecedor.
Es cierto..es un viaje que nunca olvidaré por muchas cosas. Gracias, Miguel
Exelente viaje, espero hacerlo algún día.
Saludos