“No son fotos para seducir, sino para vivir” Bernard Plossu
El otro día, un amigo me comentó sabiamente que uno extraña a alguien simplemente porque “te estás extrañando a uno mismo cuando eras feliz”. Y esa intrigante frase dio en el clavo en el plano fotográfico. Ya que en el proceso creativo de una imagen uno intenta expresar “algo” de sí mismo (consciente o inconscientemente) en relación a cómo se encontraba o como disfrutaba de ese momento. Y “algo” estético, simbólico o interpretativo se plasma en la composición de la imagen.
Y a pesar de que todos creamos fotografías para nuestro propio disfrute; comenzamos a disfrutar aún más cuando queremos que los demás comprendan o entren en complicidad con nuestra imagen.
La fotografía es interacción social y el éxito de esa imagen depende de por lo menos dos personas, no sólo de uno mismo. Y eso es lo maravilloso del lenguaje fotográfico: crear un instante “de uno mismo” que transmita una sensación, un sentimiento compartido, su carácter de regalo hacia los demás.
Y para seguir con este “hilo filosófico”, el secreto de una “buena foto” muestra, al fin y al cabo, a uno mismo cuando era feliz. Y a esa fotografía ya la estoy extrañando…