A través de las ventanas de un bus

La fotografía de calle contemporánea,  como ustedes bien saben, está viviendo en la
actualidad, su mayor momento de expansión y reconocimiento. La fotografía urbana
(street photography como la llaman los anglosajones) está presente en
festivales, galerías, museos y escuelas. Y todo ello trae aparejado la
publicación de numerosos foto libros, manuales y  el reconocimiento tácito de nuevos fotógrafos
emergentes de todas las latitudes que utilizan la web y sus redes sociales para
dar a conocer sus obras.
Todo ello es bueno pero también trae mucho ruido que, desde
mi punto de vista, es negativo porque no aporta nada nuevo, es repetitivo y,  en muchas ocasiones,  pienso que este subgénero documental está
tocando el techo de sus posibilidades si no aporta proyectos diferenciales y
creativos en todo sentido. No sólo alcanza con realizar buenas fotografías, hay
que saber mostrar el documento visual y utilizar el aporte de otras disciplinas
para maximizar la creatividad de un proyecto.
Así lo entendió el fotógrafo inglés George Georgiou (que de
emergente no tiene nada ya que ha ganado dos World Press Photo y trabaja para
la prestigiosa agencia Panos Pictures). Resulta que en el 2008 retornó a Londres después de pasar varios
años viviendo y trabajando en países de Europa del Este y observó que la ciudad
estaba cambiando ante sus ojos. “Quería documentar la ciudad, sus movimientos y
migraciones y entender cómo tanta gente de todo el mundo se las arreglan
para compartir el mismo espacio” señala el fotógrafo inglés.
© George Georgiou
Lo novedoso de este proyecto radica en cómo lo quiso
desarrollar. Para ello, utilizó el emblemático autobús de dos pisos que le
permitía enmarcar la ciudad. “El nivel inferior está muy cerca de la calle,
donde estoy casi tocando a la gente en la forma tradicional de la fotografía de
calle, La cubierta superior me permite la distancia para capturar los planos
del paisaje urbano”.


Así, el proyecto titulado Last Stop ya resultaba novedoso en
perspectiva visual y el autor fue un poco más allá.

Georgiou entendió que la esencia del proyecto es el flujo incesante de cosas azarosas a pesar que cada día tomaba un bus que lo llevaba por la misma ruta. 

Para captar ese flujo, decidió convertir el libro en una especie de acordeón que imita la sensación de viaje en autobús.
Y emprendió, el año pasado, la búsqueda de financiación en Kickstarter que consumó
con éxito en noviembre. De esa manera, en enero de este año,  publicó el libro y actualmente está realizando una exposición en Le Chateau D’eau, Toulousse.


“Hay que entender el negocio” me dijo, el otro día,  un compañero de Calle35 y creo que por allí va el futuro de la fotografía de calle contemporánea. Entender el
negocio significa ser creativo en relación al proyecto pero también en la
mirada multidisciplinaria.
Muchas gracias y hasta el viernes!!

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Acerca de marcelocaballero

Marcelo Caballero. Fotógrafo, poeta
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